Por José Cotino Escrivá
Roma, la ciudad eterna, nos seduce con su historia milenaria, su arte imponente y, por supuesto, su gastronomía vibrante. Estas Navidades, mi familia y yo decidimos sumergirnos en la auténtica esencia romana con una comida en la Trattoria Polese, un restaurante que nos habían recomendado con entusiasmo, prometiéndonos una experiencia culinaria inolvidable. ¿Estuvo a la altura de las expectativas? Acompáñenme en este viaje gastronómico y descubran nuestra experiencia.

Un escenario con encanto (o eso parecía)
Situada en una encantadora plaza a pocos pasos de la Piazza Navona, la Trattoria Polese nos recibió con una fachada que evocaba la clásica trattoria romana: toldos a rayas, mesas en la acera y un aire de tradición que invitaba a entrar. La decoración navideña, con guirnaldas, luces y un árbol imponente, añadía un toque mágico al ambiente. Al cruzar la puerta, nos encontramos con un interior acogedor, con paredes de ladrillo visto, mesas de madera maciza y un aroma a cocina casera que despertaba el apetito. Hasta aquí, todo prometía una velada perfecta.
Entrantes: un comienzo dubitativo
Para comenzar, decidimos compartir algunos entrantes. Optamos por los Arancini, unas bolas de arroz fritas rellenas de carne y queso, y una ración de calamares fritos. Los arancini estaban bastante buenos, con una textura crujiente por fuera y un relleno cremoso y sabroso. Sin embargo, los calamares nos decepcionaron un poco. La fritura era excesivamente aceitosa y el sabor, bastante insípido.


Platos principales: un recorrido por la cocina romana con altibajos
Llegó el momento de los platos principales, y con ellos, la oportunidad de degustar la auténtica cocina romana. Cada miembro de la familia eligió un plato diferente:
- Risotto al tartufo nero pregiato: Este risotto, con su aroma intenso a trufa negra, fue sin duda el plato estrella de la comida. El arroz estaba cocinado a la perfección, con una textura cremosa y al dente, y la trufa le aportaba un toque de lujo y sofisticación. Mi hijo un apasionado de la pasta, quedó encantado con este plato.
- Maccheroni alla gricia con carciofi: Mi mujer se decantó por este plato de pasta, una combinación interesante de la clásica gricia con alcachofas. Sin embargo, la pasta estaba un poco pasada y la salsa, aunque con buen sabor, le faltaba intensidad.
- Spaghetti alla carbonara: Como buen amante de la gastronomía italiana, no podía dejar de probar la carbonara. Sin embargo, este plato, uno de los más emblemáticos de Roma, no estuvo a la altura de mis expectativas. La salsa, aunque correcta, no tenía la cremosidad que caracteriza a una buena carbonara.
- Polpette «della nonna» al sugo: Mi hija que prefiere los platos de carne, eligió las albóndigas caseras con salsa de tomate. Este plato fue un acierto, con un sabor tradicional y reconfortante que nos transportó a la cocina de la abuela italiana.


Un final apresurado sin postre
Después de la experiencia con los platos principales, decidimos prescindir del postre y terminar con un café. La verdad es que la sensación general era de cierta decepción. Esperábamos una comida memorable, pero la realidad no estuvo a la altura de las expectativas.
Reflexiones finales: ¿una trattoria auténtica o una trampa para turistas?
Si bien el ambiente y la ubicación de la Trattoria Polese son innegablemente encantadores, la comida nos dejó un sabor agridulce. Algunos platos estaban bien ejecutados, como el risotto con trufa, pero en general, la experiencia nos pareció más orientada al turismo que a la auténtica cocina romana. Quizás nuestras expectativas eran demasiado altas, o simplemente tuvimos mala suerte ese día. En cualquier caso, no creo que volvamos a repetir.
Datos de interés:
- Dirección: Piazza Sforza Cesarini 40, Roma
- Teléfono: +33.066.861.709
- Web: www.trattoriapolese.com
- Instagram: @trattoriapolese
- Nota: 6/10
