Restaurante El Pincelín (Almansa): una comida de San Juan inolvidable

Para celebrar el Día de San Juan, reunimos a un grupo de buenos amigos y nos regalamos una comida muy especial en el Restaurante El Pincelín, un clásico de la gastronomía almanseña que llevaba tiempo queriendo visitar. Ubicado en la localidad de Almansa, en la provincia de Albacete, este restaurante de corte elegante y alma manchega ha sabido ganarse un lugar de referencia en Castilla-La Mancha por su impecable ejecución de platos tradicionales y su atención al detalle.

Como cada celebración merece un marco especial, elegimos El Pincelín por su reputación y porque sabíamos que allí encontraríamos los sabores de siempre, cocinados con respeto y un toque de autor. Y así fue. La experiencia no solo cumplió las expectativas, sino que nos permitió redescubrir platos emblemáticos de la zona como los gazpachos manchegos, los caracoles serranos o los níscalos, en un entorno cuidado y con un servicio que acompaña la calidad de la cocina.

Vista panorámica del Castillo de Almansa sobre su peña rocosa, uno de los monumentos más emblemáticos de la provincia de Albacete.
El majestuoso Castillo de Almansa, vigía de la ciudad y testigo de siglos de historia manchega.

Un espacio que respira tradición

El comedor principal de El Pincelín nos recibió con su característico estilo sobrio, mantel blanco impoluto y servicio de sala perfectamente coordinado. Desde el primer momento, el trato fue amable y cercano, con una atención profesional y discreta. Ideal para una comida reposada, de esas que se alargan entre conversación y brindis. La sala, perfectamente iluminada con luz natural, transmite la serenidad de un sitio donde la comida es la protagonista.


Entrantes para compartir: tradición bien entendida

Iniciamos la comida con una selección de entrantes pensados para compartir. Panes de masa madre con aceite de oliva virgen extra, croquetas de vaca madurada con cecina ibérica, una generosa ración de jamón ibérico de bellota y una tabla de queso manchego curado fueron solo el principio. Cada bocado estaba cuidadosamente preparado y servido en su punto, con productos de máxima calidad que nos conectaban con los sabores más reconocibles de la gastronomía manchega.

Plato de jamón ibérico de bellota cortado a mano servido en Restaurante El Pincelín, Almansa.
Jamón ibérico de bellota, cortado con precisión y servido con arte
Tabla de queso manchego curado con Denominación de Origen La Mancha servida en Restaurante El Pincelín.
Queso manchego con D.O.P La Mancha, curación perfecta y sabor intenso

El tomate rosa con ventresca fue uno de los más comentados por la mesa: una combinación simple pero infalible, en la que la frescura del tomate se fusionaba con la textura sedosa de la ventresca. Un equilibrio perfecto entre frescor, acidez y un punto salino muy bien medido.

Plato de tomate rosa con ventresca de bonito, pimiento asado, cebolla morada, piparras dulces y aceitunas en Restaurante El Pincelín de Almansa.
Frescura y sabor: el tomate rosa con ventresca, pimiento asado, cebolla morada y piparras dulces, uno de los entrantes más equilibrados de El Pincelín.
Croquetas caseras de vaca madurada con cecina ibérica servidas como entrante en Restaurante El Pincelín, Almansa.
Crujientes por fuera, cremosas por dentro: croquetas de vaca madurada y cecina ibérica, puro sabor artesano.

Gazpachos Manchegos: alma de la cocina de Almansa

El plato principal no podía ser otro: Gazpachos Manchegos con conejo de monte. Se trata del plato estrella de la casa y uno de los iconos más representativos de la cocina albaceteña. En esta ocasión, los gazpachos venían servidos en su cazuela tradicional, con ese fondo de carne bien cocinado y una torta de pastor que absorbe todos los sabores del guiso.

El conejo estaba meloso, perfectamente deshuesado y con esa potencia de sabor que solo da una cocción lenta y respetuosa. El perfume de las hierbas silvestres, la untuosidad del caldo y la textura ligeramente quebradiza de la torta nos hicieron viajar, plato a plato, al corazón de la Mancha. Una preparación de raíz, contundente y muy reconfortante.


gazpachos manchegos con conejo, pollo de corral, pichón, níscalos y caracoles serranos en Restaurante El Pincelín de Almansa.
Gazpachos manchegos con conejo, pollo de corral, pichón, níscalos y caracoles serranos

Setas y caracoles: joyas del monte manchego

Uno de los detalles que más aprecié fue la inclusión en la comida de productos tan locales como los níscalos y los caracoles serranos. Estos ingredientes, ligados al monte y a la recolección estacional, representan la esencia más auténtica de la cocina de Almansa.

Los níscalos, salteados con ajo y perejil, mantenían su textura carnosa y ese sabor terroso tan característico. Acompañaban de maravilla los platos principales, aportando aromas del bosque y un punto de rusticidad muy bienvenido.

Los caracoles serranos, por su parte, venían guisados con un sofrito especiado y ligeramente picante, una receta clásica que hace las delicias de quienes apreciamos los sabores intensos y bien estructurados. En El Pincelín los preparan con precisión, respetando tiempos y técnicas, y el resultado es un plato que captura el espíritu de la región.


El broche dulce

En el apartado de postres, optamos por una torrija con helado de canela —jugosa, aromática y con una caramelización perfecta— y un suflé de melocotón sorprendentemente ligero y esponjoso. Pero lo más curioso y encantador fue que, junto a los postres, degustamos varios pequeños bocados dulces elaborados con la misma torta del gazpacho manchego, convertida en rollitos de chocolate negro y de miel.

Souflé de melocotón acompañado con crema de vainilla servido como postre en Restaurante El Pincelín, Almansa.
Souflé de melocotón y crema de vainilla
Torrija de pan brioche caramelizada servida con helado de canela en Restaurante El Pincelín de Almansa.
Torrija de pan brioche caramelizada con helado de canela

Esta propuesta, original y muy local, demuestra la creatividad del equipo de cocina de El Pincelín: tomar un elemento tan representativo como la torta de pastor y darle un giro dulce que sorprende al paladar. Los rollitos, finamente crujientes por fuera y rellenos con suaves cremas de chocolate o miel, fueron el acompañamiento perfecto para cerrar una comida muy completa.


El vino: Matarromera Crianza para brindar

Para acompañar la comida elegimos un Matarromera Crianza, un tinto de la Ribera del Duero que maridó a la perfección con los platos fuertes. Su carácter frutal, con notas de barrica y taninos suaves, armonizó tanto con los sabores intensos de la carne como con la suavidad de los entrantes. Sin duda, una elección acertada que elevó aún más la experiencia.


Conclusión y datos de interés

La comida de San Juan en Restaurante El Pincelín fue una experiencia memorable. La combinación de productos de cercanía, técnicas tradicionales y una ejecución impecable hacen de este restaurante una visita obligada en Almansa. Aquí la cocina no solo alimenta, también cuenta historias, y lo hace con honestidad, sin artificios y con mucho respeto por la tierra.


📍 Datos de interés:

🧾 Precio por persona: 70 € (con buen vino incluido)
Nota final: 9/10


José Cotino Escrivá, blogger gastronómico.

José Cotino Escrivá
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