Restaurante Yarza: cocina de autor y uno de los mejores arroces de Valencia
Por José Cotino Escrivá, crítico gastronómico.
Introducción: un rincón serio y honesto en el centro de Valencia
En Valencia hay muchos sitios donde se come bien, pero pocos a los que volverías sin dudarlo. Restaurante Yarza es uno de esos lugares. Está en el barrio de Cánovas, una zona con vida, con terrazas y restaurantes por todas partes, pero Yarza destaca por algo que no se ve a simple vista: una cocina honesta, muy cuidada, sin artificios y con un respeto absoluto por el producto.
Aquí no hay postureo. Desde fuera, el local no llama demasiado la atención. Pero basta con sentarse, abrir la carta y empezar a comer para entender por qué tiene cada vez más fieles. Lo suyo es una cocina mediterránea actualizada, bien hecha, con platos que reconfortan y otros que sorprenden. Y si hay que destacar algo, es su mano con los arroces. Sinceramente, de lo mejor que he probado últimamente en Valencia.
En esta crítica culinaria os cuento qué comí, cómo fue la experiencia y por qué lo recomiendo con tanto entusiasmo si estáis buscando dónde comer en Valencia sin fallar.
La experiencia: atención de la que suma
No suelo hablar mucho del servicio, salvo cuando merece la pena. Y en Yarza, lo merece. Desde el primer momento, te sientes bien atendido, pero sin agobios. El personal es amable, conoce la carta al dedillo y te aconseja con criterio. Eso se agradece, sobre todo cuando estás ante una carta amplia con varias cosas apetecibles.
Nos sentamos a mediodía, con el local ya animado pero sin llegar a estar lleno. Ambiente tranquilo, conversaciones de sobremesa y ese murmullo agradable que invita a quedarse.
Entrantes: lo clásico, bien ejecutado
Como éramos varios, decidimos pedir unos cuantos entrantes al centro, y la verdad es que acertamos. Empezamos con el jamón ibérico con pan tostado y aceite, algo que puede parecer básico, pero que aquí elevan a otro nivel. El jamón estaba extraordinario, cortado fino, en su punto de temperatura, y el pan crujiente, con un buen AOVE que realzaba el conjunto. Un inicio redondo.

Después vino el plato con espárragos blancos de Tudela gruesos y tiernos, acompañados de esparraguines y un delicado suero de parmesano. Luego llegó la ensaladilla rusa, que directamente fue uno de los platos del día. Cremosa, sabrosísima, con una mayonesa suave y equilibrada. De esas que te hacen cerrar los ojos al primer bocado.


También probamos las croquetas de jamón ibérico, que son justo como deben ser: cremosas por dentro, crujientes por fuera, y con auténtico sabor a jamón, sin trampas. Los buñuelos de bacalao estaban ligeros y bien fritos, y el steak tartar, servido con tostadas finas, estaba perfectamente aliñado, sin excesos, y con buena carne.
Platos principales: el arroz que no olvidaré
La paella de costillas ibéricas y verduras, una sorpresa total
Tenía curiosidad por probar esta paella porque no es de las habituales. Y os digo una cosa: fue un descubrimiento. El arroz de costillas ibéricas y verduras de temporada estaba sencillamente espectacular. Meloso pero suelto, con mucho sabor, ese punto de socarrat que emociona y unas costillas tiernas y sabrosas. Las verduras no eran decorativas: aportaban textura y frescura. Un arroz de los que dejan huella.

Para los más carnívoros: solomillo con patatas
Mi hijo pidió el solomillo con patatas, y aunque era un plato más convencional, estaba francamente bien. Buena carne, en su punto, jugosa y con unas patatas fritas que sabían a patata (algo que no siempre pasa).
Postres: un final a la altura
Como estábamos disfrutando, nos vinimos arriba y pedimos tres postres para compartir. El coulant de chocolate, con su corazón fundente y helado de vainilla, cumplió con creces. El lemon pie tenía ese punto ácido que limpia el paladar y te deja con ganas de más. Pero la joya fue la tarta fina de manzana. Finísima, delicada, con un hojaldre crujiente y una manzana caramelizada que era puro equilibrio. Si solo puedes pedir un postre, que sea este.


El ambiente: cálido, elegante y sin estridencias
Lo que me gusta de Yarza es que su decoración va en la misma línea que su cocina: sobria, cuidada, sin alardes. Colores neutros, buena iluminación y una sala amplia donde apetece quedarse. Mención especial para el botellero vertical que preside el comedor, con una selección de vinos que deja claro que aquí se toma el vino en serio. Todo transmite serenidad. Un sitio perfecto tanto para una comida familiar como para una cena más íntima.
Valoración final: de lo mejorcito de Valencia ahora mismo
Hay restaurantes que te impresionan por lo novedoso, y otros que te conquistan por lo bien que hacen lo de siempre. Restaurante Yarza entra en esa segunda categoría. Aquí no vas a ver platos deconstruidos ni fuegos artificiales, pero sí vas a comer muy bien. Y con eso, para mí, ya basta.
Buena materia prima, cocina honesta y con técnica, platos sabrosos, y un arroz que todavía recuerdo con una sonrisa. El precio es razonable para lo que ofrecen: unos 60 € por persona. Y lo digo sin rodeos: es uno de los mejores restaurantes calidad-precio de Valencia ahora mismo.
Si vais, reservad con antelación. Sobre todo si queréis probar sus arroces, porque no siempre están disponibles y vuelan.
Datos de interés
- Dirección: Carrer de Ciscar, 47, L’Eixample, 46005 València, Valencia
- Teléfono: 963 95 20 11
- Web: https://restauranteyarza.com
- Precio medio por persona: 60 €
- Nota final: 9/10

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